Escucha empática

escrito por: Gresia Rozo_ Pedagoga Reeducativa


Durante la vida nos encontramos con distintas situaciones en las cuales tanto nosotros como los demás creemos tener la razón y ello nos lleva a tener inconvenientes con nuestros semejantes, pues defendemos nuestra verdad absoluta sin primero verificar las condiciones de dicha situación y nos precipitamos para hablar y abusamos dando concejos basados en nuestra propia experiencia y esto puede ser no muy respetuoso con nuestro prójimo, no aconsejemos, escuchemos y tratemos de comprender al otro, no desde nuestro punto de vista sino desde una óptica subjetiva donde no intervenga nuestra experiencia ni las ideas preconcebidas que generalmente rotulan y no son favorables ante la resolución de un conflicto ajeno o propio.


Como seres humanos tenemos la capacidad de desarrollar la escucha empática, esta nos lleva a aplicar no solo nuestros oídos en la conversación sino los ojos, el corazón y la razón; de esta manera con este tipo de comunicación podemos alcanzar mayor efectividad al relacionarnos con otros, escuchando tanto sus palabras, como sus gestos y mensajes corporales que normalmente nos comunican más de lo que sus palabras nos puedan decir.

Antes de dictaminar un concepto sobre una persona la cual puede ser nuestro amigo, estudiante, cónyuge etc. debemos diagnosticar, comprendiendo cada situación desde su individualidad y no implicar en ello nuestra experiencia personal así creamos que hemos vivido el mismo caso, pues simplemente ya no es el mismo, pues en el instante que la situación es de otra persona se convierte en un caso totalmente diferente.


Al comunicarnos con otros debemos tratar de no dar respuestas autobiográficas es decir desde nuestro punto de vista como si fuera único y con verdades absolutas solo nuestras que finalmente son irreales y sin piso ante otros interrogantes de nuestros semejantes. Estas respuestas pueden manipular una situación y acabar en un magno error al llevar a otros a solucionar sus interrogantes o problemas con nuestras soluciones, en la mayoría de ocasiones útiles para nosotros, pero vanas para el otro.

Para concluir enfatizaré el uso de este hábito en mi quehacer como pedagoga reeducativa, donde es de vital importancia escuchar sin prescripciones, ser paciente y subjetiva, sagaz para realizar un trabajo preventivo y de protección con mis estudiantes y en mi vida junto con quienes me rodean; para no tener que realizar luego una intervención, que es lo más usual en este campo donde la sociedad ha llevado a niños, niñas, jóvenes y jovencitas a tener casos problémicos y a convertirse en adultos igualmente con problemas no resueltos listos para una intervención de nuestra parte.


 


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