CULTURA ESCOLAR Y MARGINACIÓN
La educación actual da cuenta del encargo social, da lo que se le pide hoy, conductas pensamientos y adoctrinamientos para el buen desenvolvimiento social de los estudiantes. Las instituciones se han quedado sin libertad e individualidad llegando estas hasta donde le permite la sociedad a la que sirven, son subalternas de un conjunto de condicionamientos de lo que hoy llamamos estado y sociedad estas han de responder a su encargo, por ello su subjetividad es meramente operativa.
Como Pedagoga Reeducativa debo formarme con bases sólidas e inquebrantables, como Pedagoga Social, ver más allá de lo que puedo hacer desde mi carrera y entendimiento permitiendo que otras disciplinas sean valiosas para ayudar a los sujetos y guiarlos a la resignificación. Mediante la Transdisciplinariedad podremos lograr grandes cosas, aunque sea “ambicioso” como lo dice el autor de esta lectura. Tenemos una meta de formación y excelencia lo cual solo se logra mediante el trabajo en equipo transdisciplinario. Todo ello para comprender lo que se gesta desde su origen cultural cualquiera que este sea. Social, experimental, institucional o académico.
Hemos de estar inmersos en diferentes ámbitos como lo son el jurídico, antropológico, sociológico, pedagógico, psicológico y trascendental. La justicia y el derecho son ámbitos impajaritables de observación, análisis e inmersión pues por un lado se tiene el aumento de la violencia juvenil y por el otro el fracaso educativo lugar desde el cual se debería prevenir, proteger e intervenir, para así filtrar y emancipar los procesos mal llevados de nuestra juventud y todo aquello que les hace dañar al otro y a su sociedad, por problemáticas mal enfocadas y duelos sin realizar respecto a la falta de oportunidades, de escucha, de ayuda y de resignificación.
Desde la postura pedagógica, psicológica y sociológica se puede construir una gran teoría de prevención, protección e incluso intervención de las conductas disóciales de nuestros jóvenes de hoy y de lo que los lleva a ello, alertando a nuestra sociedad a tener familias bien conformadas, este rasgo genera una marca mayor en estas conductas; cuando esta no es funcional y los roles de padre y madre se han desdibujado, llevan a la confusión del joven también.
Los actos criminales de los jóvenes son como pagos a lo que se les ha dado, alguien criado de manera disfuncional genera violencia y se comporta de esa manera, allí es donde nosotros como pedagogos no juzgamos la persona sino revisamos sus antecedentes de vida para la comprensión de la misma y lograr llegar al fondo y origen de su inconveniente; el cual genera en la sociedad malestar, pero esta no se para a ver dónde fue generado ese malestar o si en si misma se lo genero al niño de ayer, que hoy como joven se lo cobra de la única manera en que sabe hacerlo, como aprendió de ella, con violencia y rechazo.
La rigurosidad jurídica de normas es peligrosa, pues lo único que pretende es rescatar el control social ya perdido.
Nosotros hemos de ofrecer a los jóvenes la ayuda necesaria para desenvolverse en un mundo poco claro, con adultos con un discurso pésimo y desprestigiado, fortalecer en los niños y jóvenes la autonomía, confianza en sí mismos, más que la obediencia a la autoridad. El control excesivo y autoritarismo ya no funciona, el adulto debe saberlo pues la sociedad de hoy es más independiente.
Lo que hacemos como pedagogos, la intervención socio pedagógica y socio terapéutica no le da al aspecto jurídico nada, pues esta lleva tiempo y requiere una relación larga de confianza y no exige cambios pues ello es voluntario para que sea real. Aunque en el ámbito jurídico ello no sea válido, realmente es la forma más efectiva de cambio a largo plazo tal vez no a corto ni mediano. “Ayuda en lugar de pena” así debería ser, pero para lo jurídico la supuesta educación es autoritaria y un conjunto de normas represivas.
El objetivo de nuestra intervención es dar opciones de vida al joven, la resocialización hoy es solo una patraña de alineamiento, condicionamiento y alienación para mantener a todos dentro de un mismo ramaje. Nuestra meta es educar en el respeto a las diferencias y dejar salir la individualidad del otro, pero en ocasiones queriéndolo o no trasmitimos lo que somos y formamos de nosotros en ellos, minimizándolos.
Como pedagoga reeducativa mi tarea es ver más allá de lo que se presenta en cada ámbito, no tomar estos por separado, ni restarle importancia a ninguno de ellos; pretender y tener una comunicación intersubjetiva con cada sujeto para su resignificación por medio de la buena praxis educativa; para que así “guiemos una nueva generación de hombres y mujeres libres, que elijan con sabiduría”.
Gresia Rozo
Pedagoga Reeducativa
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