200 años de independencia, 200 años de un ideal educativo que murió con nuestros próceres
«Las naciones marchan
hacia su grandeza al mismo paso que avanza su educación»
Simón
José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Palacios Ponte y
Blanco
“la
instrucción pública prepara la felicidad de los pueblos que, cuando
más ilustrados, conocen mejor sus derechos y se hacen más dignos de
su libertad.”
Francisco
José de Paula Santander y Omaña
Hoy
celebramos 210 años del grito de independencia, un inicio para un
país restituido y con anhelos de libertad como la buscaron nuestros
próceres incansablemente; 210 años de búsqueda por una reinvención
como patria y 210 años en los cuales nuestro sistema educativo de
una u otra manera sigue intacto.
La
educación en la antigua Gran Colombia vio la luz cuando nuestro
prócer Simón Bolívar fue presidente y francisco de paula Santander
era el vicepresidente, juntos con ideas revolucionarias para la época
y totalmente convencidos en que la educación era el camino para
poner una nación en su máxima expresión de sapiencia y desarrollo;
los dos entregados por esta labor iniciaron un maravilloso cambio, el
de la educación gratuita e igualitaria en todos lo niveles a cargo
del estado; ello movió al gobierno a organizar de manera
satisfactoria planteles para dar inicio al nuevo llamado educativo.
Por
primera vez en esta época, se empieza a hablar de los planes de
estudio; pero las diferencias entre las ideas de estos dos hombres
empezaron a crear una brecha que dividió el camino y así mismo a
los adeptos de uno y otro creando cierta tensión, inicialmente por
la planeación que Santander implantaba la cual tuvo gran oposición,
la cual fue prohibida por el mismo Bolívar y luego de su atentado
fue derrocada en su totalidad. Con la derogación al planteamiento
académico de Santander, el deceso de Bolívar y la división que
este mandato causo; la educación fue la más afectada quedando
huérfana en el mismo instante que sus primeros revolucionarios
mueren, no solo física sino espiritualmente, dejando en manos de los
siguientes gobiernos la presea del sistema educativo, con la
diferencia que para estos era un simple ministerio y no requería de
mayor atención; desde dicha época se implantan y desmontan planes
académicos, según la visión de quienes llegan al poder se emite
una cátedra, se quitan otras, aumentan o disminuyen la intensidad
horaria; en fin nuestra apaleada educación se debate entre el animo
de quienes la rigen y sus devenires personales.
Llegamos
al día de hoy donde la enramada de demandas del país es
visiblemente más urgente para ser atendidas que nuestra educación y
tanto los recursos como las atenciones son direccionados a cubrir
estas inmediateces, desviando la mirada de nuestros mandatarios a
aliviar las necesidades visibles y a poner pequeñas atenciones
paliativas a nuestro sistema educativo. Hoy no es como ayer y ayer
nunca será como ahora pero que maravillosa ganancia obtendríamos si
volvieran a nosotros mentes como las de los próceres que pudieran
tener mayor sabiduría, pero su misma conciencia frente a la
importancia de la educación para nuestra nación.
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